Por Natalia
Justo después de nuestro último post sobre el sueño de los niños, que habla de manera más general sobre algunas diferencias de enfoques que hemos seguido con Carolina en la crianza de nuestros hijos, me encuentro con este post en Facebook que critica las guerras de mamás. En general adhiero con lo que dice.
Pero creo que ignora el apasionamiento cuasi-religioso que las decisiones de estilo de crianza, muchas veces influenciadas por las modas del momento, han adquirido. Yo no creo que nada de lo que hago sea superior de manera absoluta a lo que hacen otras mamás. Pero quisiera poder discutir, criticar y burlarme de estas decisiones como de cualquier otro asunto. Y no simplemente respetarlo y callarme como si fuera un tabú. La discusión no debería poner en cuestión lo más profundo de nuestros seres. Los juicios de los otros sobre el tiempo que escogimos amamantar no deberían desestabilizarnos de esa manera.
Educamos a nuestros hijos como lo hacemos por un montón de condicionamientos culturales, casualidades, historias personales y modas que no son ninguna verdad revelada por Dios. Y aunque lo fueran, de los iluminados religiosos también podemos burlarnos.